TOCARÁ REMONTAR EN EL CAMP NOU
Noche negra para el Barça en Milán
El Barça se llevó un duro castigo, quizá demasiado
amplio, ante un Milan que anuló a su rival. Los de Roura apenas chutaron a
puerta y los locales aprovecharon las pocas que tuvieron, alguna con ayuda arbitral
Como era de esperar, al Barça no le esperaba ninguna
facilidad. Jordi Roura puso sobre el mismo escenario que truncó su carrera
futbolística al mejor once posible. Había que marcar en San Siro pensando en
allanar el camino en la vuelta, pero siendo conscientes de que no iba a ser
fácil porque el Milan apostaría por defenderse y apelar al contraataque.
Nada de jugar de tú a tú. El juego de los de
Massimilliano Allegri en el primer acto fue como una mano que va cerrando y
cerrando sus dedos. Algunos proyectos de contrataque, con cierto peligro, pero
lo importante era juntar las líneas, perjudicar la creación barcelonista,
incomodar todo lo posible el fútbol de toque del Barça, regalándoles la
posesión pero alejando el balón de Abbiati.
El triángulo Mexès-Zapata-Montolivo no permitía que
Xavi, Iniesta y Messi marcaran la pauta. Pocas fisuras locales y balones largos
apostando por la velocidad de Boateng o El Shaarawy. El primero que probó
fortuna fue Muntari, en un disparo lejano que se fue por encima de la meta de
Valdés. Un disparo de fogueo para poner en estado de alerta a la defensa,
aunque no hiciera falta porque Carles Puyol estaba a punto para frenar a El
Shaarawy en una internada del italiano de ascendencia egipcia.
El córner posterior a esa misma acción representó la
acción más peligrosa de los milanistas ya que El Shaarawy buscó a Boateng y
éste conectó un chut que lamió el poste izquierdo de la portería barcelonista.
Un susto para un Barça que hasta ese instante solo se había acercado a Abbiati
en un centro de Dani Alves hacia un Pedro en fuera de juego, con despeje de
Mexès con su mano. La jugada quedó anulada y el posible penalti, también.
Un disparo colocado de Xavi a las manos de Abbiati en
el minuto 25 fue la última reseña ofensiva de una primera parte que le salió
bien al Milan, interrumpiendo todo intento de ataque del Barça. A Messi le iban
frenando como fuera. A veces, jugándose y ganándose la amarilla, como le pasó a
Phillippe Mexès. Pero sobre todo impidiendo que pudiera moverse con una mínima
libertad. La noche milanesa se iba nublando para un Barça que no encontraba
soluciones a la telaraña 'rossonera'.
PALMEO DE ZAPATA Y GOL DEL MILAN
La historia de la segunda parte estaba cantada. Al
Milan no le interesaba renunciar a su planteamiento. Debía seguir fiel al mismo
para entorpecer a un Barça que no encontraba huecos ni tampoco los creaba. Solo
cambió una cosa: los de Allegri presionaban más allá del centro del campo.
Los de Jordi Roura seguían sin salir del lío montado
por los milanistas quienes, sin comerlo ni beberlo, se encontraron con un
regalo inesperado. Fue a los once minutos de la reanudación. Un momento del
partido en el que uno se pregunta para qué sirve tanto árbitro en estos
partidos. Ni el escocés Thomson, ni su asistente de la banda ni tampoco el
asistente de la línea de fondo vieron que, después de que Montolivo chutara una
falta y hubiera un despeje, el central Zapata palmeó el balón con su brazo para
que quedara muerto a los pies de Kevin Prince Boateng para que éste, desde la
frontal, fusilara a Valdés. ¡Zapata asistió a su compañero como si fuera
Marcelinho Huertas!
Las protestas de los jugadores del Barça solo
sirvieron para que Piqué viera una amarilla. El error ya se había consumado sin
opción de apelación. Tocaba remar y Roura apostó por añadir pólvora o algo
parecido. Para ello, retiró a Cesc y dio entrada a Alexis, en busca de su
enésima oportunidad.
Seguía tronando -en sentido figurado- para el Barça. Y
aún más cuando Puyol tuvo que ser atendido en la banda tras un choque con
Pazzini. Vendaje espectacular para el capitán, quiuen vio ya en el campo cómo
el propio Pazzini intentaba un remate a la media vuelta bien atajado por
Valdés.
Messi seguía desaparecido. No fue su noche. Su único
intento de gol fue un libre directo que ni se acercó entre los tres palos de
Abbiati. El Milan complicaba cada vez más las cosas a un Barça sin ideas. Solo
disparos lejanos, como el que probó Andrés Iniesta en el minuto 76 y que lamió
el palo izquierdo de la meta milanista, muy parecido al de Boateng en la
primera parte.
Porfía infructuosa, como un libre directo ejecutado
por Xavi y que tampoco encontró portería. Fue la acción anterior al segundo
mazazo de la noche. Esta vez, sin excusa alguna. Contraataque del Milan, el
balón que llega a El Shaarawy, éste toca de primeras y Muntari, más solo que la
una, no desaprovechó el servicio.
Euforia en San Siro por un triunfo que parecía
exagerado. El Milan no merecía ganar por tanta diferencia, si bien es cierto
que el Barça tampoco había hecho méritos para conseguir un resultado positivo.
Los de Roura cayeron en la trampa de Allegri y, por mucho que Pedro reclamara
un penalti por empujón de Constant y que Puyol buscara un remate marca de la
casa, no había nada que hacer.
Los cinco minutos que Thomson añadió pudieron ser aún
peores si Mascherano, que sustituyó al capitán, no llega a estar ahí para
abortar otra contra milanista. Al final, un 2-0 que no permite al Barça lamerse
las heridas. A Messi y compañía no les queda otra que pasar página y prepararse
a fondo para que el 12 de marzo, al calor de un Camp Nou que debe ser el de las
noches mágicas, se busque una nueva remontada. Toca remar y tener esperanza
porque no todas las noches serán tan negras como la que se vivió este miércoles
en Milán. Y este Barça tiene crédito para soñar con ello y mucho más.
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