Andrés Iniesta, con 28 años, ha alcanzado un dominio del juego que le hace único
Hay algo que distingue a Andrés Iniesta del resto de futbolistas. La relación que mantiene su mirada con el balón. Cuando el común de los jugadores pierde la mayor parte del tiempo observándolo para no perder su control, Iniesta apenas emplea unas imperceptibles décimas de segundo en ello.
Lo que hace el crack de Fuentealbilla es, una vez dominada la pelota, levantar la cabeza del suelo, otear el espacio que hay a su alrededor y decidir si seguir con ella, si regatear o si dársela a un compañero para avanzar y mejorar la situación que se encontró antes de que el balón contactase con sus pies.
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Hoy en día, y prueba de ello es el colosal partido que realizó contra el Getafe, el dominio de Iniesta sobre el juego es casi absoluto. Jugando como centrocampista esa sensación se acentúa, pareciendo a veces que el balón le obedezca guiado por un control remoto invisible, enganchándose a sus botas por un extraño magnetismo. Y todo lo hace sin aparente esfuerzo, flotando más que pisando tierra firme.
El público del Camp Nou (y de otros estadios donde también se le idolatra) acompaña con ¡Oohhs! de exclamación sus acciones, hipnotizado por el gran mago del Barça. El manual futbolístico sitúa la edad ideal del jugador de campo en los 28 años. Los que tiene Andrés ahora mismo ratificando la sensación de plenitud y madurez.
Control
En la primera parte Iniesta demostró que para disfrutar del fútbol no sólo está el gol. Un espectador explota de júbilo cuando su equipo anota un tanto, pero, aunque de otra forma, saborea también un control como el que protagonizó el 'ocho' medio transcurrido el primer tiempo.
Se la lanzó Valdés e Iniesta la pinchó con la pierna derecha estirada hacia atrás, flexionándola de regreso a su posición natural con un movimiento de espuela sólo apto para genios del deporte rey. Y el esférico, siempre pegado durante toda la secuencia.
Asistencia
Otro aspecto que siempre ha dominado Iniesta es el pase de gol. Generoso y con un privilegiado sentido del juego colectivo, el centrocampista capta con una visión panorámica extraordinaria los desmarques de sus compañeros, merced precisamente a su comentada habilidad para levantar la cabeza mientras conduce el cuero. Contra el Getafe dio una asistencia a Alexis espectacular, que se coló entre un mar de piernas. Es la número 15 de la temporada, su récord personal. Y faltan cuatro meses de competición.
Y gol
No hacía falta pero Iniesta añadió a su partidazo una guinda que a veces se le resiste pero que nadie se atreve a recriminarle ya porque lo que da a cambio es demasiado potente. Marcó gol cruzándola con el interior. De los suyos, casi siempre cruciales, un tanto de relativa importancia.
Escogido el tercer futbolista del mundo en la última edición del Balón de Oro por detrás de Messi y Cristiano, hay quien considera cuestión de tiempo que el premio gordo le sonreirá. Hasta que ese día llegue, ayer, en la Gran Gala de Mundo Deportivo, disfrutó de un reconocimiento merecido.
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